DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

El Norte (Madrid) 19/5/1853, n.º 7, p. 8.

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LOCALIZACIÓN

SEVILLA

Valoración Media: / 5

El aromo

(Tradición sevillana)

            I

 

Bella es la ciudad que baña

el Guadalquivir undoso,

con sus floridos jardines

y con su torre del Oro

Con su gigante giralda,

que desde tiempo remoto

es gala de Andalucía

y de sus hijos asombro.

Muy bella es por Dios Sevilla

de hermosuras un tesoro

y de mujeres que ostentan

tez morena y negros ojos.

Más entre tantas delicias

conserva este pueblo moro

infinitas tradiciones

que preocupan a los bobos.

Una, muy acreditada

y original, sobre todo,

es, que en la casa en hay niñas,

y un jardín con un aromo,

a ominosa soltería

y celibato forzoso

quedan sujetas aquellas

y que nunca encuentran novio.

Y aunque no han faltado algunos

redentores oficiosos

que lo han llamado patraña[1],

con escándalo notorio

lo sigue el vulgo creyendo

porque lo creyeron otros,

y las doncellas prosiguen

condenando al pobre aromo.

 

 

                      II

 

De gracias mil y de beldad modelo

era en Sevilla la sin par Rosana,

de esbelto andar, y de mirar de cielo

incomparable, hermosa sevillana.

   Y esto indujo a creer que apasionados

cien bales su beldad celebrarían,

y que más de dos mil enamorados

su mano con furor disputarían.

 

              III

 

Pero con mucha extrañeza

del curioso vecindario,

tras un día y otro día

tras un año y otro año,

ni Rosaba fue al altar,

ni pretendieron su mano,

ni leyó frases melosas

en billetes perfumados.

Y esto que tan prontamente

los vecinos la observaron

lo observó también Rosana,

y diz[2] que con pesar harto.

Mil cuentos, dos mil hablillas

por la ciudad circularon,

que es pueblo que en murmurar

tiene singular agrado.

Y dijo no sé qué vieja

que de todo estaba al cabo,

y que lo cierto sabía

mas que era justo callarlo.

Y la vecina de enfrente

de no muy floridos años

murmuró todo lo que

se murmura en tales casos.

 

                IV

En un jardín de regaladas flores

gozosa está la celestial Rosana,

al ver que el hacha corta de su aromo

las florecientes y crecidas ramas

Contemplarlas fue siempre su delicia

y aspirar de sus flores la fragancia,

y en los ardores del ardiente estío,

sombra la dieron y consuelo al alma.

Pero supo que el Dios del Himeneo[3]

jamás iría a visitar su casa,

a no cortar del árbol maldecido

las profundas raíces, tras las ramas

 

               V

Desapareció el aromo

y su flor amarillenta

que grato olor esparcía

en el jardín de la bella.

Pasó un día y otro día

hasta semanas entera

y meses y años pasaron

y permaneció soltera.

 

                   VI

 

Concluyamos lector; murió el aromo,

y lustros más de diez contó Rosana

¿Pero no se casó? Triste es decirlo,

ni se casó, ni tuvo quien la amara.

 

FUENTE

Emilio Bravo. “El aromo”, El Norte (Madrid) 19/5/1853, n.º 7, p.8.

Edición: Pilar Vega Rodríguez

 

[1] Patraña: mentira.

[2] Diz: dice, voz antigua, en este contexto se pretende un estilo antiguo.

[3] Himeneo:  dios de los esponsales en la mitología griega.