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Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Tradiciones y recuerdos de Toledo / Edición: 3ª ed. corr. y aum. Toledo: Imprenta, Librería y Encuadernación de Menor Hermanos, 1888, págs.16-19.

Acontecimientos
Donación de los reyes Católicos del convento de San Juan de los Reyes.
Personajes
Reyes Católicos, Cisneros
Enlaces
San Juan de los Reyes

LOCALIZACIÓN

TOLEDO SAN JUAN DE LOS REYES

Valoración Media: / 5

Un convite y una dádiva

Con nobles y elevados fines erigieron los católicos Monarcas D. Fernando V y Doña Isabel I el edificio de San Juan de los Reyes, esa maravilla del arte ojival, ese conjunto de primorosas agujas que, batidas por los huracanes, en medrosas noches simulan encantados brujos, invencibles.

Era el principal, según unos, crear en él un Cabildo que tributara incesantes alabanzas a Dios por los beneficios dispensados a la corona, y según otros legarla a una comunidad religiosa.

Otro era el de proporcionar a sus restos mortales bajo aquella bóvedas, tranquila y sencilla sepultura.

Esto último habríase verificado si la parca no hubiera sorprendido más tarde a tan esclarecidos héroes lejos de la imperial ciudad; pero la creación del nuevo Cabildo, quedó anulada al escuchar los Reyes las razones que el Primado les adujera.

En vista de esto pensaron aquellos adicionar al templo edificado algunas dependencias más, y destinar todo a monasterio, cosa que merced a su desahogada posición con facilidad ejecutaron en breve plazo relativamente.

Por entonces tenían los Monarcas grandes simpatías con los RR.PP. de la Orden de San Francisco, que habitaban en el monasterio situado en la plazuela de la Concepción.

Una mañana mandaron al citado convento un enviado de la Real Casa, quien participó a los franciscanos en nombre de SS.AA. que tendrían especial placer en que les acompañaran a comer por vez primera -pág. 17- dentro del gigantesco recinto de San Juan de los Reyes, para lo cual les aguardaban a la hora de costumbre en aquel futuro plantel de ascetas.

Aceptaron los frailes el convite, más por complacer a tan eminentes personajes que por el deseo de saborear delicados manjares y libar sendas copas de castellano licor, y despidieron al enviado cortésmente; que para nadie escasearon jamás las deferencias.

En el tiempo que medió desde este aviso hasta el momento de la cita, acudieron los Reyes acompañados de su séquito, al recién construido edificio, para disponerse a recibir a los reverendos convidados.

Próxima la hora del banquete se presentaron en aquel los religiosos en corto número, acompañados del P. Prior. Penetraron en los claustros bajos y guiados por dependientes regios cruzaron escaleras y pasillos hasta ponerse a las órdenes de SS.AA con profundo respeto.

A poco, entraron en pláticas de diversa índole hasta que, preparada la mesa, se congregaron en derredor de ella Reyes y vasallos, comenzando a deglutir manjares que como imaginarse puede serían de extremado gusto y condición.

No pasó desapercibido para algunos de los asistentes la ausencia de cierto servidor, sin que se explicase a sí mismo el porqué del hecho. Un mandato de los Reyes motivó su salida del edificio en ocasión tan crítica. -pág.18-

Era preciso mientras el banquete tenía lugar, dirigirse al convento de los PP. y pedir los Breviarios para que los mismos rezaran vísperas terminado aquél, y así lo verificó, depositándolos a su vuelta donde se le ordenara.

Repletos ya los estómagos y agotados cuantos chistes es notorio sabían referir los frailes, haciéndolos servir como de salsa que singular sabor comunica a los alimentos, dieron gracias por ellos a Dios, y tornaron a las pasadas platicas: unos conversaron sobre política, otros sobre ciencias y artes, y algunos de asuntos de conciencia, en lo cual emplearon extenso rato

Viendo los PP. que se acercaba la hora de vísperas intentaron despedirse de los Reyes para encaminarse al convento y rezar dichas horas en unión de la comunidad, a lo que SS.AA les contestaron que allí tenían ya Breviarios con que cumplir tan sagrado deber sin necesidad de ir al convento.

Extrañó en alto grado a sus RR. esta contestación, más sin réplica, encerráronse en cómodo recinto, donde e; poco tiempo despacharon su ineludible lectura.

Tornaron de nuevo a reunirse con las reales personas, en cuya compañía recorrieron todas las dependencias de la obra enorme, y cuando estuvieron en el claustro alto, fueron interrogados sobre si les agradaba aquella mansión, a lo que contestaron afirmativamente, dispensando todo género de elogios a sus piadosos iniciadores.

Entonces los Reyes, con la severidad que de abolengo venían demostrando, manifestaron a los religiosos que desde aquel día podían disponer del monasterio como suyo, puesto que para ellos le habían rehabilitado; advirtiéndoles que sólo faltaba trasladar las camas y enseres propios de su santa misión, pues la enorme biblioteca y la despensa les aguardaban plenamente surtidas. Admiráronse los PP. al oír de labios tan respetables una cesión tan absoluta y desprendida como inesperada. -pág.19-

Permitiéronlos entonces volver al convento con objeto de que comunicaran la dádiva a los demás religiosos, como lo verificaron, trasladándose hasta él automáticamente.

Dieron en comunidad gracias a Dios por tal misericordia, y se instalaron en el nuevo asilo el año 1477, en el que como primer novicio ingresó Fr. Francisco Jiménez de Cisneros.

 

FUENTE

Moraleda y Esteban, Juan de Mata, Tradiciones y recuerdos de Toledo / Edición: 3ª ed. corr. y aum. Toledo: Imprenta, Librería y Encuadernación de Menor Hermanos, 1888, págs.16-19.

 

Edición: Pilar Vega Rodríguez