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Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Semanario Pintoresco Español, 27/03/1842, n.27, pp. 402-403. 

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Wamba
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LOCALIZACIÓN

PUERTA DE BISAGRA

Valoración Media: / 5

Muros y puertas de Toledo

Los  muros, puertas y puentes de Toledo no menos son dignos de que se haga una reseña de ellos, que de los edificios y otras curiosidades que el recinto interior de la ciudad contiene. Su grandeza y decadencia y las diversas dominaciones que sucesivamente han pasado por este anciano y ruinoso padrón de nuestras glorias nacionales, están esculpidas con indelebles huellas en sus varios muros y entradas, las que consideradas con atención exclamará el arqueólogo: "Ved aquí bajo un recinto señalada la ciudad de los romanos, la corle de los godos, la de los árabes, y la silla predilecta de los reyes de Castilla." Pero la injuria de los tiempos y lo sucesivo de las construcciones han borrado en gran parle los lindes que señalaban las diversas edades de esta ciudad memorable, y es preciso ponerlas de manifiesto al través de los escombros y verde césped que los encubre

Era muy pequeño y reducido el circuito de la ciudad en tiempo de los romanos y hasta la época de Wamba[1], y no cogía por consiguiente el muro más  que una tercera parte escasa de la actual, pues según los restos que aún se encuentran, solo una mitad de la parte occidental era la que estaba cercada; pero sería fuerte cuando Tito Livio decía de Toledo: "Urbs parva, sed valde munita”[2]. Los muros y torres que en la actualidad se ven, son la mayor parte de la época de Wamba, quien después de la guerra narbonense y en  seguida de haber vencido al tirano Paulo y al conde de Nimes quiso hacer de Toledo una ciudad digna de que fuese corte del  floreciente imperio gótico, y así dicen los historiadores contemporáneos, que la ensanchó y adornó con bellos edificios, dedicando las  puertas a los Santos y patronos.

Este nuevo muro que está conservado en su mayor parte  comenzaba desde el puente viejo de San Martín y los Agustinos calzados, puerta del Cambrón, casa de los 'Vargas, Nuncio, la Merced, Santo Domingo el Real, muro llamado del Azor, sobre el que está la cerca de los Carmelitas, que da nombre al  callejón del Azor, que está detrás de  ese convento; seguía luego -al miradero, calle -de las Armas, Concepción, Sta. Fe, al puente de Alcántara. De aquí  partía por la puerta de 12 Cantos, Matadero y derrumbaderos de San Lucas hasta unirse con el Alcázar.

No contento con esto, aun la parte de la ciudad rodeada por el Tajo estaba cercada de muros, cuyos restos y torreones demolidos o encubiertos por la tierra, aún se ven,  desde  San Lucas, bajando a los molinos del Yerro, por bajo de las carreras, plazuela del Tránsito, Sta. Ana y S. Juan de los Reyes hasta el Puente. Toda esta línea de muros que se  distingue a poco trabajo, es de fuerte cantería, tan sólida, que hace más de tres siglos que muchos edificios están cargando sobre ellos sin haberse en la menor parte resentido. En toda la circunferencia de este cerco había varias puertas que ya no existen, tales como la de Adabaquin, que estaba junto a los molinos citados del Yerro, la de la Almofala que existía en tiempo de los moros cerca de la puerta hoy llamada Nueva. También donde hoy están las ruinas del palacio de los Vargas, había cuando la conquista otra puerta llamada de la Almaguera, sobre la cual se conserva la tradición de que atacando por esa parte la ciudad Aben Jucef fue ahuyentado por haberse aparecido en aquel punto el arcángel S. Miguel; como sucede igualmente con un gran torreón que está junto a la puerta del Cambron, el cual se llama la torre de los Abades, y esto proviene de que sitiando la ciudad los Almorávides, poco después de la conquista, y atacando esa torre, fue esta solo defendida por el arzobispo D. Bernardo y toda su clerecía, por no haber suficientes tropas para acudir a todos los puntos

Además de estas puertas, han quedado otras interiores y dentro del nuevo muro, tales como la de Cruz de Valmardón, sita junto al Cristo de la Luz, y por donde es tradición que entró triunfante el conquistador Alonso VI, y la llamada en la actualidad Puerta del Sol, que es la que  está representada por la lámina.

La entrada y el magnífico torreón que la defiende es de arquitectura árabe como lo acreditan los varios adornos y arquitos arabescos que la rodean. Su construcción es sólida y está perfectamente conservada, y sobre el arco de entrada se ve el escudo de armas de la catedral, que probablemente se pondría allí al poco de la conquista.  Más arriba de este arco, ya cerca de la coronación de la torre, se advierten dos figuritas pequeñas de mármol blanco, que sostienen con sus cabezas una como bandeja, donde está otra cabeza. No he podido descubrir la verdadera causa de es la antigualla: solo se sabe, según un manuscrito, que por una injusticia atroz que Fernando González, alguacil mayor que fue de Toledo dos cometió con mujeres, el rey S. Fernando le mandó cortar la cabeza, y para memoria colocar en esta puerta las figuras de las agraviadas, como mostrando al público la cabeza del traidor. Y no hay que admirarse de esto, pues S. Fernando fue un rey muy, muy justiciero, según refieren memorias antiguas (1) que en la era 1262 cuenta que “el rey D. Fernando vino a Toledo e enforçó mucho hombres e coció muchos en calderas”. El padre Flórez  al comentar ese pasaje, dice que no inventó S. Fernando este castigo, sino que le halló introducido por el rey su padre, que a fin de hacer valer la justicia, vulnerada por las guerras, castigaba a los malhechores con penas formidables,  según refiere el Tudense[3] que “alios caldaris devoucebat, allios vivos excoriabat”. Este Femando González que aquí citamos fue señor de Yegros, y por su muerte y confiscación de bienes  pasó la Dehesa de ese nombre al monarca, quien la cedió al hospital de Santiago de esta ciudad, que hasta ahora la ha poseído.

Dejando ya esta digresión, sigamos  con las noticias sobre los restantes muros de Toledo. Desde el puente de Alcántara hasta cerca del de S. Martín, hay otra línea de muro que abraza la anterior, flanqueada por muchas torres cuadradas y redondas. Esta muralla, de la que aún se conserva mucha parte la mandó D. Alonso el VII, según  consta por esta noticia conservada en los anales primeros  toledanos: “Era 1142 el rey  D. Alfonso, mandó facer el muro de Toledo desde la tajada (Cortadura) que va al río de yuso (derecha) de la puente de piedra (el puente de Alcántara) hasta  la otra tajada que va al rio en derecho de  S. Esteban”. Este S. Esteban que aquí menciona, es el convento de los agustinos calzados, desde donde baja la otra cortadura, efectivamente. En esta parte del muro es  donde está la puerta antigua llamada de Bisagra, rodada en la actualidad, y aunque su arquitectura parece árabe, es de la misma época que el muro donde está fija. La puerta nueva de Bisagra que está al camino de Madrid, es majestuosa y de hermosa construcción, obra sin duda  del famoso Covarrubias o de alguno de los Vergaras, pues se ejecutó el 1550 reinando Carlos I y Doña Juana su madre, siendo corregidor D. Francisco de Córdoba. El gran escudo de las armas de Toledo que está encima del arco de entrada, los dos torreones que flanquean  esta, y las 4 torres piramidales de los ángulos, dan un aspecto imponente a esta entrada.

Más arriba de la puerta de Bisagra, pero pegada al muro viejo, está otra llamada del Cambrón, cuya etimología la vino, según dicen, de muchas cambroneras que en lo antiguo se criaron cerca de ella. Es la puerta  se cree en un principio edificada por Wamba, reedificada por los árabes,  últimamente vuelta a reconstruir el 1570 , siendo corregidor D. Juan Gutiérrez Tello. Su arquitectura es de ladrillo  y guarda el orden dórico en todas sus partes, teniendo otras cuatro torrecillas como la de Bisagra. 

Por la parte de tierra son estas las principales puertas de Toledo; pues otro portillo que hay no merece ocuparse de él. Por la parte del Tajo se entra a la ciudad por dos magníficos puentes, que son obras dignas de que nos detengamos algo en su descripción.

El llamado de Alcántara, que es todo de sillería y consta de un solo arco do gran dimensión, por donde pasa todo el río, fue construido por los moros cuando dominaban en Toledo. Este puente, junto con otros muchos en España, se arruinó en las grandes inundaciones que hubo el año 1250, en cuya época le reedificó Don Alonso el Sabio, y luego posteriormente fue varias veces recompuesto en los tiempos de los Reyes Católicos. En tiempos de Felipe V se hizo enteramente nuevo  el arco que sirve de salida.

El otro puente que tiene ésta ciudad se llama de San Martín, y fue edificado el 1203, de resultas de haberse llevado una inundación del que había un poco más abajo, y  todavía quedan restos e insignes cepas, sobre las que cargan dos torres que sirven de entradas.

Es todo de sillería, y tiene tres ojos. El de en medio tiene 140 pies de diámetro y 95 de altura, que fue el que derribó D. Enrique durante la encarnizada lucha que sostuvo con su hermano D. Pedro. Más a los principios del    reinado de D. Enrique III, el arzobispo D. Pedro Tenorio mandó a su costa reconstruir este grandioso arco, sobre lo cual cuenta Narbona una anécdota, y fue que el arquitecto que le levantó tuvo un descuido en su construcción, y conociendo que quitadas las cimbras se arruinaría y vendría todo abajo sin remedio, contó a su mujer el gran apuro en que se hallaba. Calló esta, y la inmediata noche fue sola, y con el secreto posible puso fuego a todo el maderamen y el arco cayó, atribuyendo toda su ruina a esa casualidad, y no a la impericia del marido, que volvió a edificarle con más cuidado. Ya finalizada la obra descubrió al prelado la mujer la fechoría; más aquel, lejos de repetir por los nuevos gastos, celebró mucho la astucia que salvó el honor de su esposo.

En tiempo de Carlos II se recompuso este puente, y tanto este como el de Alcántara estuvieron en poco de ser cortados por los ingleses en la guerra de la Independencia, lo que hubiera sido una desgracia irreparable.

Espero que a los amantes de antiguallas agradarán estos borrones, mucho más refiriéndose a una ciudad en la que nada hay indiferente, y que con motivo de la próxima Semana Santa, va a ser visitada por tantas personas curiosas e ilustradas, que no podrán menos de hallar en ella amplia materia a sus observaciones artísticas.

[1] Wamba (646-688) fue rey de los visigodos y sucedió al rey Recesvinto. (Nota del editor).

[2] “Ciudad pequeña, aunque bien amurallada”. (Nota del editor).

[3] Lucas de Tuy, el Tudense, fue un clérigo e historiador leonés. (Nota del editor)