DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

“Leyenda del siglo XVI”,   El Fénix,  tercera serie, tomo IV, num. 141, 11 de junio de 1848, pp.355-356

Acontecimientos
Personajes
Carlos V, Juan de Nevares, Don Pedro Sarmiento, Juan Guevara y Camargo
Enlaces

Sobre la hija natural de Carlos V, Juana, nacida en 1522, de su romance con  una joven del entorno del conde de Nassau. La niña murió a los dos años de edad en un convento de Madrigal de las Altas Torres, donde había sido alojada junto con la madre, bajo la tutela de la madre abadesa, doña María de Aragón, hija natural, a su vez, de Fernando el Católico.

LOCALIZACIÓN

PALENCIA

Valoración Media: / 5

 
 
La plaza del Azafranal
                       I
Palencia tiene por nombre
en Castilla una ciudad
y en ella un sitio que llaman
plaza del Azafranal.
En esta palaza hay un templo
que aun hoy dedicado está
a la Virgen de Afligidos
aon devoción especial.
Era una noche de agosto,
destemplada por demás
con furia el viento se oía
como en diciembre soplar.
Apenas dadas las doce,
allá entre la oscuridad,
en sendas capas envueltos
vénse dos bultos cruzar.
A la pared de la iglesia
tan arrimados están,
que del gótico edificio
parte parecen formar.
Y aunque es oscura la noche
no lo es bastante quizá
al gusto de un hidalgo
que impaciente por demás
dice al otro que a su lado
está quedo y sin chistar.
 
-“Alarcón, las doce han dado,
mucho tarda el sacristán”
“si alguno tal vez acierta
por este sitio a pasar
y nos conoce, ¡por Cristo!”
¿qué de mi honra será?
Cinco minutos apenas
otro bulto, que del templo
derecho a la puerta va,
se vido entrar por la plaza
cauto y receloso asaz:
llegado frente a los dos,
que esperan de cierto al tal,
en voz confusa  pronuncia
-“San Antonio”, y sin dudar
-“Santa María”, responde
el impaciente galán
el recién llegado entonces
fuese del templo al umbral,
miró a un lado y al otro
si alguno puede acechar;
abrió en silencio la puerta,
y entrando con los demás,
volvióla, sin hacer ruido,
y con cautela, a juntar.
Por otro extremo de plaza
en misterioso ademán
otros dos hombres entraron
a paso ligero asaz.
Un bulto con gran cuidado
llevan marchando a compás
y les siguen otros dos
que visten traje talar.
Hacia la iglesia los cuatro
muy embozados se van,
con tiento la puerta empujan,
que entornada está no más
y entrando en el templo todos
luego que dentro él están
con llaves y con cerrojos
tornan de nuevo a cerrar.
Hallábase a la sazón
hospedado en la ciudad
el señor emperador
con su servidumbre real,
y acaeció que solía
frente la iglesia hospedar
un honrado y buen hidalgo
del seguimiento real;
que aquella tarde de Dueñas
acababa de llegar,
temeroso de la peste,
que diz que encendida está.
Desvelado el buen hidalgo
por mor del fuerte huracán
oyó del vecino templo
la puerta abrir y cerrar,
púsose luego en acecho
y vio entre la oscuridad
algo de lo referido,
que le hizo en sospecha entrar.
Y a ver a Juan de Nevares
Alcalde ordinario y real
que gobernaba aquel año
en nombre de su majestad,
fuese, porque hiciera presos
a los que en la iglesia están
y cuenta dando del caso
tan raro y de gravedad
al señor emperador,
justiciero sin igual
mande hacer en los culpados
un escarmiento ejemplar
 
                    II
 
El entierro y el bautizo
 
Reina dentro del templo silencioso
avor, y negra oscuridad profunda;
con resplandor mezquino y zozobroso
una lámpara brilla moribunda.
En los pintados vidrios resonando
el viento, aquel silencio interrumpía,
y la luz a su soplo fluctuando
alma parece en la última agonía.
Oyéronse crujir lentas pisadas
del terco pavimento en los sillares
y fantásticas sombras enlutadas
cruzar entre los góticos pilares.
De negro paño funeral cubierta
hay una mesa del altar enfrente
y el cuerpo inanimado de una muerta
sobre ella han colocado tristemente.
Juventud y hermosura bajo el velo
ee gasa, en él su rostro se veía
resto de un alma que volando al cielo
de lo que apreció el mundo se reía.
El uno de los últimos llegados,
de noble continente y apostura,
tanta gracia y encantos marchitados
contempla con silencio y amargura.
Dos hombres del altar algo apartados
hondo sepulcro en el un lado abrían
y a otro de estola y hábitos morados
los demás con respeto le atendían.
Leyendo está devotas oraciones
en descargo a las culpas de la muerta
oprimido de amargas sensaciones
el doliente mancebo a hablar no acierta.
En su plegaria religiosa cesa
el que era preste y lleva al cuello estola
echar manda el cadáver a la huesa
y bendición y preces interpola.
Entonces fue que el afligido amante,
o esposo, furibundo se levanta,
y del yerto cadáver, delirante,
oprime con sus brazos la garganta.
Nadie al mirar su amargo desconsuelo
a apartarlo del cuerpo se atrevía
el sacerdote, señalando al cielo
solo osó reprender tal demasía.
Y en el hoyo del cadáver arrojando
“Dios, dijo Rey de reyes, nunca yerra”
y “en paz descanse”, luego pronunciando
cubrióle el rostro de grosera tierra.
 
Había en el mismo templo
una pequeña capilla
y de bautizar en medio
dispuesta estaba una pila
Allá dirigióse el preste
con toda la comitiva,
y uno de ella, que hasta entonces
en la capa se envolvía
sacó envuelta en ricos paños
medio expirante una niña;
Y aquel que en el pecho lleva
cruz de hermosa pedrería,
púsole sal en la boca,
en la frente agua bendecida
Y al afligido mancebo
volviendo luego la vista,
¿qué nombre, le preguntó
ha de ponerse a la niña?
Juana, que es el de su abuela,
contestó en voz conmovida.
Y el preste puso por nombre
Juana a la recién nacida,
saliendo todos después
de la pequeña capilla.
Ante el altar de la Virgen,
con veneración se inclinan
y su santa bendición
les da el obispo en seguida.
Para salir se disponen
que el día viene ya aprisa
y a la puerta por do entraron
silenciosos se encaminan.
Al abrirla el sacristán
gritó una voz conocida
-¡Alto, allí téngase todos,
presos dense  a la justicia!”
Con sorpresa ven la puerta
por ballesteros cogida,
y entonces el que en el templo
con tanto duelo gemía,
la voz esforzó, diciendo
al que veda la salida
-“Venga a mí Juan de Nevares”
Y el mismo que hablado había
(Que Juan de Nevares era)
con una luz se aproxima;
adelántase el mancebo
del rostro el embozo quita
y dícele. “¿Conocéisme?
-¡Santo Dios!- Nevares grita
-¡El señor emperador!”
-“silencio” el otro replica,
y embozado hasta las cejas
sale con su comitiva
por entre los ballesteros
que libre paso le abrían.
 
Conclusión
 
A pocos días después,
ce caso tan estupendo,
el obispo de Palencia
que era Don Pedro Sarmiento
por la mitra de Santiago
fue a su Santidad propuesto;
A pocos días más tarde
iba la cuesta subiendo,
de Dueñas Juan de Nevares
honrado con el empleo
de familiar de la santa
Inquisición, y a este tiempo
don Juan Guevara y Camargo
tuvo por encargo regio,
que ir a Paredes de Nava
donde en buen alojamiento
están los embajadores
que acompañan el real séquito.
Don Fernando de Alarcón
pocos días después de esto,
iba a Becerril de Campos
do tiene aposentamiento
la emperatriz, y de hacienda
el muy ilustre consejo...
Y pocos años más tarde,
de tan extraño suceso,
volviéronse a juntar todos
Otra vez....¡en el infierno!”

 

FUENTE

G. De V. “Leyenda del siglo XVI”,  El Fénix,  tercera serie, tomo IV, num. 141, 11 de junio de 1848, pp.355-356