El lagarto
CUENTOS DE ABUELA
Dedicados al señor Vizconde de San Javier.
—¡Acabas tan pronto, abuela!.... 
—Pues qué ¿quieres, enemigo, 
Que me esté charlando ahora 
y venga el sueño improviso,
y sin mis rezos se queden, 
por complacer al chiquito, 
mi Jesús de los Descalzos[1],  
mi Virgen de San Francisco?....
—Es que si rezas me duermo; 
Mira, Bastián se ha dormido 
con la cabeza en la silla 
y la espalda en los ladrillos.
—Pero sin dejar el trompo.
—Y si los tres nos dormimos, 
¿Quién nos despierta?... tendrás 
que cargar con tus hijitos 
en brazos —Con un zapato
despiertan pronto los niños.
—No más que otro cuento, abuela, 
que Maruja y yo te oímos. 
más contentos se pondrán 
de vernos entretenidos, 
que con esos pater noster 
de bostezos y suspiros 
tu Jesús de los Descalzos 
tu Virgen de San Francisco. 
—Va por Dios y va de cuento.
¿Aquella cueva habéis visto 
por donde arroja la fuente 
de la Magdalena un río?.... 
Pues cala más de cien leguas 
por debajo del castillo, 
y hay un palacio encantado 
de la cueva en el principio. 
En él se crio un lagarto 
en tiempo del rey Perico
—¿Es el que rabió[2] por gachas?[3]... 
—Es mucho antes y...., ¡chito! [4] 
El lagarto era tan grande, 
que entre colmillo y colmillo, 
un caballo con jinete 
y con lanza entraba limpio.
Los bigotes de ballena, 
los ojos de basilisco, 
las escamas de esmeraldas, 
de dragón fiero el hocico, 
y el rabo de ochenta palmos
—Luego lo sueño de fijo. 
—Calla, Marujilla, escucha. 
—Era guardián el bicho 
de una princesa encantada, 
en hermosura un prodigio.
la rosa blanca y la roja 
dieron a su tez el brillo, 
el sol el fuego a sus ojos, 
color la noche a sus rizos, 
y dos sartillas de perlas 
eran sus dientes pulidos, 
en una arquita guardadas 
de rubíes y jacintos. 
Para comer el lagarto 
salía de su escondrijo, 
y lo mismo se zampaba 
un rabadán[5] que un novillo  
con cuero y todo, que el caso 
era saciar su apetito. 
El terror de los pastores, 
claro está que era grandísimo; 
ni arcabuces ni ballestas 
conjuraban el peligro, 
pues las flechas y las balas 
eran para él un mimo. 
—¡Con su concha de esmeraldas!...
—Figúrate tú ni un risco.
Los cazadores le huían. 
Los bravos perros lo mismo, 
los soldados lo temblaban, 
mocho más los campesinos. 
¿Quién va por la Virgen-Blanca 
ni la mora con aprisco?... 
¿Quién sale a podar las vides?...
¿Quién sale a escardar los trigos?...
La ciudad está asombrada, 
de noche cierra el portillo, 
en el arrabal no hay novios 
en la reja ni el postigo
¡Jesús, qué tribulación. 
tener la vida en un hilo!...
Juntos van los de justicia 
de justicia los ministros 
a una torre del adarve[6],  
y traspasan el rastrillo[7] 
y bajan a un calabozo 
donde hay, por hierros ceñido, 
un hombre de luenga barba, 
de rostro y mirar torcidos. 
Juan Sin Dios, diz[8] que le llaman,  
y es un famoso asesino.
Tiene sobre su conciencia 
más muertes que el tabardillo[9],  
dicen que ha robado iglesias 
y hasta que ha robado niños. 
La justicia lo condena 
y va a purgar sus delitos
en cuanto llegue el verdugo, 
que ya se ha puesto en camino. 
La justicia ha consultado 
al rey, y el rey les ha dicho, 
que le perdona la vida 
con tal que con maña o brío 
le dé la muerte al lagarto, 
de un mes al término fijo, 
Y para ello le den armas 
cuantas pida y utensilios. 
Los ojos hacia los cielos 
Joan sin Dios alzó al oírlo: 
«No quiero más que un caballo. 
El que más corra, les dijo, 
y de pólvora y metralla 
un saco grande, metido 
en el redaño de un toro, 
y que Dios sea conmigo,
que aunque me llaman Sin Dios, 
mi arrepentimiento es íntimo.» 
Diéronle lo que pidiera 
Y era un caballo magnífico, 
de los que Guadalquivir 
abreva en su cauce rico[10].  
Una mañana salió 
y se fue derecho al sitio
lleva el saco y una mecha,
y puesto en Dios el espíritu. 
Salió el monstruo, Juan le arroja 
a provocar su apetito 
el saco y guarda la mecha.
y en cuanto lo engulle el bicho,
enciende la punta y pica
de espuelas firme y tranquilo,
Y sale a escape... el dragón 
le va detrás con ahínco, 
y corren, corren y corren, 
mientras en muro y portillos 
el pueblo, que está mirando, 
prorrumpe en extraños gritos. 
(a cuyo santo recinto, 
Vinieron desde los cielos) 
el caballo cae rendido, 
y al ir a tragarse el monstruo 
al jinete semi-vivo, 
en dos mitades revienta, 
con tan enorme chasquido, 
que se cayeron cien casas, 
no quedó entero ni un vidrio, 
y en dos la leña de Castro 
abrió de su cresta el risco. 
Juan con la Virgen, llamaron 
a Juan Sin Dios los vecinos.
Y él, en memoria del hecho, 
para asombro de los siglos, 
que una mitad colocaran 
del terrible cocodrilo 
en San Ildefonso y otra 
en la Magdalena, quiso. [12] 
La princesa agradecida 
y desencantada, hizo 
brotar un raudal del antro, 
claro, dulce, fresco y rico. 
Desde entonces, el que quiere 
ver a un contrario hecho añicos. 
del lagarto de Jaén 
le desea el estallido.
 
FUENTE
Antonio Almendros Aguilar, Cuentos de Abuela. Flor de infancia. Periódico de los niños. 1866. pp.136-140.
Edición: Pilar Vega Rodríguez
 
NOTAS
 
[1] Nuestro Padre Jesús Nazareno (El Abuelo) confeccionado para el antiguo convento de San José de los Padres Carmelitas Descalzos, fundado en el siglo XVI. La talla está en el Camarín de Jesús.
[2] El rey que rabió: o en tiempos del Rey Perico, tiempos muy remotos.
[3] Gachas: gacha, 3. f. pl. Comida compuesta de harina cocida con agua y sal, que se puede aderezar con leche, miel u otro aliño. (DRAE)
[4] Chito: chitón, ¡a callar!
[5] Rabadán: 2. m. Pastor que gobierna uno o más hatos de ganado, a las órdenes del mayoral de una cabaña. (DRAE)
[6] Adarve: muro de fortaleza
[7] Rastrillo: 3. m. Verja levadiza que defendía la entrada de las plazas de armas. (DRAE)
[8] Diz: dice (término antiguo)
[9] Tabardillo: 3. m. Med. p. us. tifus (? enfermedad infecciosa).
[10] Caballo andaluz, árabe.
[11] Virgen de la Capilla: de la capilla que fue el origen de la iglesia de San Ildefonso, hacia 1248. Esta Virgen es la Patrona de León.
[12] Es curiosa la noticia que consigna un periódico sobre un caso similar en 1869: “De un periódico de Jaén tomamos lo siguiente; «Parece que al regresar unos cazadores a esta capital, pasando por el sitio denominado de Cuesta de los Baños, les sorprendió un horroroso y descomunal lagarto que a pesar de ser hostigado fuertemente por los transeúntes y osado con tenacidad por los canes permaneció en su actitud un tanto amenazadora. En vista, pues, de la imposibilidad de pasar, los cazadores le aplicaron un par de tiros con bala, y el descarado reptil sufrió un ligero rasguño, que vino a excitar su mal humor hasta el punto de tragarse un perro con la misma facilidad que un mosquito. Volvieron a regalarle dos balazos observando con sorpresa que su encallecida piel rechazaba el plomo, y en tal situación determinaron variar de vía. El monstruo parece se ocultó a ya izquierda del camino que conduce a los Villares por la parte del arroyo de los Baños, donde quizá espere saciar su apetito, acometiendo al indefenso pollino, o confiado avechucho que por allí transite. Este monstruo caimán debe ser pariente próximo del célebre en otros tiempos «Lagarto de Jaén,» cuyos sanguinarios instintos, tenían en constante alarma al barrio de la Magdalena.» La Alianza del pueblo: periódico republicano de Salamanca: Año I Número 36 - 1869 octubre 24.