DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

 José María Sbarbi Osuna. El averiguador universal. Madrid, 15 septiembre de 1879, año I, núm. 17, pp. 267-289.

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LOCALIZACIÓN

ESPAÑA

Valoración Media: / 5

El estandarte y la caldera

Tradición popular

I

 Desde muy antiguo, al decir de las crónicas extremeñas, había en Badajoz la tradicional costumbre de hacer preceder la procesión del Smum. Corpus Christi[1]de un hombre conduciendo una enorme caldera de hierro, llamada por el vulgo la caldera del portugués[2]; mientras que la misma solemnidad se celebraba por los portugueses en la ciudad de Elvas[3], pueblo distante tres leguas de Badajoz, siguiendo a una bandera española, llamada comúnmente El Estandarte de Badajoz [4].

»Y estas antiguas costumbres, que ya apenas si recuerdan ambos pueblos limítrofes y si las recuerdan es de una manera extraña y desfigurada, tenían su origen en un suceso tan raro como original, acaecido en principio del segundo tercio del siglo xv.

II

»Las fiestas celebradas en Badajoz a mediados del siglo xv el día de la solemne procesión del Smum. Corpus  Christi,[5] era cosa digna de verse, si hemos de creer cuanto hasta nosotros ha llegado de la antigua tradición que nos ocupa.

»Y después de la extraordinaria pompa del culto religioso que los vecinos de dentro y fuera del castillo tributaban al Cuerpo de Dios, las músicas, danzas, cabalgatas, juegos de cintas y cañas y otros alegres entretenimientos como el de correr lanzas y toros, no eran acaso lo que menos hacía llamar en tropel a las gentes de las aldeas y pueblos cercanos al almenado castillo, alcázar principal y asiento otras veces de los reyes árabes de la Lusitania y del Algarve.

»Los buenos portugueses de aquella época, olvidando por un momento las eternas rivalidades que de siempre les desunían con los españoles, atravesaban alegremente la frontera[6] , sin recordar siquiera que algunas veces la habían pasado en son de guerra, para medir sus valerosas armas con las no menos valerosas de los intrépidos castellanos.

» Entre los muchos festejos que en Badajoz tenían lugar en aquella fiesta, había predilección por las carreras de caballos, habiéndose creado un buen premio para el caballero que diese mayor número de vueltas alrededor del círculo anteriormente demarcado, sustentando en una de sus manos el pesado estandarte de la ciudad.

»Aquella función, cuando las luchas de destreza y de fuerza entretenían a la nobleza y causaban el encanto del populacho, embrutecido por la guerra en que le hacían vivir los señores, era siempre por nobles y plebeyos deseada, y fue también en la que tuvo origen la tradición que describimos en estas líneas.

III

» En el año de 1438, en la víspera de la festiva romería de Badajoz, hallábanse reunidos varios jóvenes en la sala de armas del gobernador de la ciudad de Elvas. Uno de ellos, el más valiente, concibió el arrojo de hacer una apuesta con sus compañeros sobre robar la bandera castellana o estandarte de Badajoz, y traerla dentro de los muros de la ciudad portuguesa.

» El intrépido y atrevido portugués llegó al siguiente día a Badajoz, consiguiendo entrar con otros caballeros en las funciones, y al tomar parte en las corridas de caballos empuñó, cuando le tocó la suerte, el glorioso estandarte, dando con él la primera vuelta a todo galopar de su caballo; después dio la segunda con no menos brío; y a la tercera, en vez de volver a la estacada, donde las gentes presenciaban el espectáculo, emprendió una precipitada carrera con su caballo en dirección a Portugal, y huyó gritando: «¡O estandarte levo..... ;O estandarte levo!,

>Quedaron todos los españoles atónitos y sin tomar decisión en el primer momento; mas recuperada en breve la serenidad y la energía momentáneamente perdida, partieron seguidamente trece caballeros en seguimiento del portugués galopando a más y mejor, furiosamente movidos por el deseo de la venganza de hecho tan ruin; pero el portugués llevaba grande delantera, y animado ya por el corto espacio que le separaba de Elvas, tomó la dirección de una de sus puertas acosando a su caballo para hacer el último esfuerzo mas, por desgracia suya, estaba levantado el puente levadizo. Entonces, cubierto él de sudor, y su fogoso caballo de espuma, se dirigió a otra puerta, pero estaba también levantado el puente levadizo: como por la anterior, le era vedado el tránsito a la plaza. Y era que el gobernador había visto a gran número de españoles galopar en dirección a Elvas, y por el temor al peligro, o por su vida, a causa del hecho cometido por el intrépido portugués, mandó cerrar las puertas de la ciudad.

> Viendo indignado el mancebo que en breve le alcanzarían las espadas y lanzas enemigas, no temió por su vida; y arrojando el glorioso estandarte por cima de las murallas, exclamó, cayendo sobre su rendido caballo en el foso: «¡Morra o home!..... ¡Fique a fama! »

> Entonces lanzáronse sobre él todos los españoles, hiriéronle su cuerpo con espadas y lanzas, y le llevaron a Badajoz, donde le dieron muerte arrojándolo en una caldera de aceite hirviendo.

IV

» Esta es la tradición. Por este suceso, sin duda, hasta muchos años después de esta trágica aventura, se llevaba delante de la procesión del Smum. Corpus Christi en Badajoz una caldera, mientras que en Elvas se llevaba el estandarte castellano.

» Varias leyendas hemos visto sobre esta aventura, y todas cortadas casi por igual pluma. Nosotros, no obstante, nada hemos podido hallar en crónicas ni manuscritos que justifique la autenticidad que quisiéramos dar, robusteciendo antiguas tradiciones, a esta leyenda [7], que a ser verdad, como es posible cuando plumas muy autorizadas no se han desdeñado en aceptarla, no ha sido lo más justo que la historia olvide el nombre del caballero portugués autor de esta fazaña, ni el de los trece caballeros españoles que le prendieron, dando muerte a un valiente que bien merecía mejor premio por aventura tan arrojada como la que el acometiera, digna sólo de los hombres del siglo xv.»

 

FUENTE

Nicolás Díaz y Pérez. “El estandarte y la caldera”. En, José María Sbarbi Osuna. El averiguador universal. Madrid, 15 septiembre de 1879, año I, núm. 17, pp. 267-289.

Edición: Pilar Vega Rodríguez

 

 

 

[1] Fiesta del Corpus Christi, el jueves siguiente  al noveno domingo después de la fiesta de la Resurrección. En esta fiesta una procesión eucarística recorre las calles de la ciudad. ”El papa Urbano IV instituyó esta fiesta y la del Sagrado corazón de Jesús como las mayores de la Iglesia católica, en el año de 1264” (Nota del autor).

[2]  Dícese, no sabemos con qué fundamento, que esta caldera se custodiaba hasta el siglo XVIII en el ayuntamiento de Badajoz. Nosotros no hemos encontrado documento alguno que justifique esta aserción, pero sí sabemos que en el antiguo edificio del ayuntamiento de Badajoz, levantado en el siglo XVI, cuando se hicieron los portales de la Plaza Alta, en uno de cuyos frentes estaba el referido edifico, al costado del llamado Peso Real, había en el piso bajo una habitación llamada la de la caldera del portugués. (Nota del autor).

[3] En el distrito de Portoalegre, región del Alentejo. Esta anécdota la refiere también José María Quadrado, España, sus monumentos y artes, su naturaleza é historia cp. 2. Carlos Soler Arqués compone un dramático episodio en la Revista Contemporánea, núm. 97 en 1895.

[4] Un escritor portugués, Neves é Mello, cuenta sobre lo acaecido con este estandarte lo siguiente: *Foi uso por muitos annos, despois da tragica aventura que referimos la del probo de la bandera de Badajoz), mostrar-se no dia da procissão de Corpus. >> Christi o estandarte hespanhol na fortaleza d'Elvas, é na praza de Badajoz »tangiam (tocaban uma caldeira de cobre en conmemoraçao de desgraciado »fin que tere o cavalleiro >> Otros escritores portugueses, haciéndose eco de esta tradición, la cuentan de otro modo, aunque siempre reconociendo el hecho principal que da origen al recuerdo histórico del Estandarte Español y la Caldera del portugués. (Nota del autor).

[5]  Salía de la iglesia de Santa María del Castillo y venía de tránsito a la de San Juan, catedral ya del obispado pacense. (Nota del autor).

[6] La frontera dista de Elvas sólo dos leguas, y una de Badajoz, y la forma el pequeño río Caya, por el cual dice un poeta, también de Badajoz, Barrantes, lo siguiente: «; Vedle! Pasó,-- Ese es Caya, / Que apenas moja la abrasada tierra: / Con las campiñas portuguesas raya /«Y las campiñas españolas cierra.» (Nota del autor).

[7] Hemos examinado los archivos del Ayuntamiento de Elvas, como los de Badajoz, y nada hemos encontrado sobre este suceso que multitud de portugueses han celebrado en verso y otros en prosa, sin que unos y otros den más luz que aquella que la antigüedad ha transmitido y el pueblo conservado, quizás alterando o disminuyendo los hechos, pero siempre conservando la esencia, principal objeto de esta tradición que nosotros transcribimos. (Nota del autor).