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Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

El Urbión, año I. Soria, 8 de octubre de 1898. Núm. 30, pp. 11-12.

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Torca de Fuencaliente

LOCALIZACIÓN

PARACUELLOS DE JILOCA

Valoración Media: / 5

  

Costumbres españolas

Paracuellos de Jiloca (Aragón)

 

A tres kilómetros de Calatayud  al pie de un cerro espadador se halla situado el pueblo de Paracuellos de Jiloca. Las casas se hallan construidas la mitad y la otra mitad derruidas encima de unos grandes fosos o bodegones abiertos en la falda del cerro y sostenidos algunos de ellos por arcos de medio punto, cuya antigüedad no me atrevo a precisar, ya que no se atrevieron mis compañeros de excursión. El pueblo en tales circunstancias, ofrece un aspecto siniestro y no pocos peligros, porque según está todo, aun yendo por el centro de la calle no se está libre de caer en los lóbregos sótanos que minan toda la población.

Es pueblo de labradores tributarios o colonos de los de Calatayud.

Excusado es decir que los vecinos son pobrísimos en casi su totalidad y en casi toda la extensión de la palabra.

Los niños vagan por allá descalzos de pies y desnudos de pechuga, descarados como ellos solos, y como las mozas, que nos les van en zaga en puntos de descaro, y de entre todos los del pueblo solamente dos o tres iban a la escuela, según ellos mismos contaban. Con eso quedan dichas muchas cosas acerca de los muchachos, de sus padres y de las autoridades.

Dos establecimientos hay de baños sulfurosos: el de Felipe Serrano, y el de Cortadellas -12- que rivalizan en todo y por todo, con la diferencia de que unos se llaman viejos y otros nuevos.

La iglesia está colocada en la cúspide del cerro, para calvario de los pobres párrocos. En sus paredes se ven restos de un castillo anterior y de construcciones árabes. Hay capillas de varias épocas, algunas de ellas muy esbeltas y como caso particular y digna de notarse es que toda la Iglesia se está cayendo siempre y nunca acaba de caerse. Y el día que le dé por desplomarse, quedarán chafadas una porción de casas que para ahorrar la construcción de paredes se valen de la del cerro.

En la Iglesia se ven algunos cuadros de cierto mérito, especialmente uno de San Ignacio, si mal no recuerdo. Dos hay descomunales, uno a lado del altar mayor, representando el de la derecha la Anunciación, con una Virgen muy inspirada y fondo más que regular, pero el de la izquierda, representando a Adán y Eva en el Paraíso está muy demás allí. Adán, después de tantos siglos de haber pecado, está pidiendo ropas a más no poder, y aquella Eva se cree estar todavía en el Paraíso y no se acuerda de que está en las Iglesias de Para cuellos.

Las funciones religiosas, aunque solo con cura y sacristán, se hacen a estilo catedral, recordando los tiempos que hubo cabildo de beneficiados.

Habiendo preguntado al seño párroco por las curiosidades de iglesia y del pueblo dijome que lo más particular que allí se guardaba era un palio de riquísima tela que tienen en depósito en Calatayud y que se dice construido de la tela del manto que llevo Zaida, la amante de Almanzor, refugiada en Paracuellos después de la muerte de su esposo y allí convertida al cristianismo y allí difunta y enterrada.

No sé qué juzgarán de esta leyenda los historiadores. Los de Fuencaliente pretenden que al verse herido Almanzor y hostigado de  los celos, llevó a su amante a la Torca, en la cual la precipitó con todas sus joyas y aderezos. El Fuencaliente de la Torca no está, que digamos,  al paso desde Calatañazor a Bordecorex y Medinaceli, que dicen ser el camino de que llevó Almanzor desde el campo de su derrota al teatro de su muerte.
En cambio los de tierra de Omeñaca, que explican la  entrada de los siete infantes de Lara en su iglesia por las siete puertas que  decían tenía el templo, no siendo las puertas sino siete arcos de un atrio cerrado, quieren que Zaida, después de la derrota del Terror  de los cristianos, fuese encerrada en un castillo cuyas ruinas se ven en aquella ladera del Moncayo.
Lo que parece ser cierto es que el palio de Paracuellos es de tela muy riquísima y por tal vigilado y bien conservado.

 Gracias a Dios que me ha salido un cuento inofensivo, a no ser que me vengan clamar Almanzor o la fantástica Zaida.

FUENTE:

Lorenzo Carrasco y Prim, “Costumbres españolas. Paracuellos de Jiloca (Aragón)” El Urbión, año I. Soria, 8 de octubre de 1898. Núm. 30, pp. 11-12.

Edición: Pilar Vega Rodríguez