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Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

 Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia y obispado, Vol. 2.  Estab. tip. de los sucesores de Rivadeneyra, 1883, pp. 24.-25

Acontecimientos
Campana que toca sola para anunciar la muerte
Personajes
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LOCALIZACIÓN

ZAMORA

Valoración Media: / 5

Visita de San Vicente Ferrer

[La campana de San Vicente]

 

He aquí cómo lo refiere Valdecebro[1]:

«El otro prodigio grande es que llevaba la compañía de San Vicente una campana que los guiaba cuando entraban en los lugares, con mucho orden y concierto, y en forma de procesión, los hombres a un lado y las mujeres a otro.

Fundó el convento de Zamora nuestro padre Santo Domingo, en pobreza, como todos cuantos conventos fundó; no tenían los frailes campana competente para tocar a silencio y a algunos ejercicios de la Orden y al oficio de difuntos, que a todos nos obliga a ir a rezarle al coro.

Diósela con mucho amor y voluntad, y les dijo: «Ha de servir para cosa de más consecuencia que el coro y el silencio esa campana.»

Así sucedió, porque después que se salió de Zamora San Vicente, se comenzó a tocar sola, y en tocándose, moría un religioso infaliblemente.

Tocóse muchos años, y a los ecos de su triste voz se disponían  todos los religiosos para morir, porque a todos amenazaba y avisaba, así enfermos como sanos. Llegó un huésped al convento a tiempo que, habiéndose tocado, estaban muertos los religiosos.

Antes de morir preguntó la causa, dijéronsela, y sin esperar a comer, volvió a montar en la mula, y al montar cayó de ella y murió.

Estuve en esta ciudad y convento dos días; vi estos y mayores prodigios que hay, que largamente refiero en la Historia general de la Orden[1], y reparando en la campana del milagro, que está en una esquina del claustro, me dijeron:

«Un pajecillo del obispo de esta ciudad, que era del conde de la Ventosa, andaba por este claustro con una varilla en la mano, dando golpes en las paredes, como jugando, dijéronle:

— No des en la campana, mira que es de los muertos, y burlándose de los que se lo decían, dio con la vara en la campana, y aquella tarde se fue a bañar al rio y se ahogó.»

El obispo de Monópoli[2] dice:

“Hay en esta casa una pequeña campana, que las hay en todos los conventos, y las mandan tañer los prelados cuando quieren que se junten los religiosos. Fue Dios servido, en gran beneficio de las almas de sus siervos, que sirviese de despertador para que por ella entendiesen la hora de su muerte, y que en esta casa se supiese cuándo había de morir algún religioso de ella. Esa era la merced como la que recibieron muchos santos, San Francisco, Santo  Domingo y muchos otros, a los cuales revelaba el Señor el día de su muerte. El aviso aquí no era particular, sino que tres días antes que algún religioso se hubiese de morir, se tañía esta campana milagrosamente, y avisaba Dios con aquella señal que se apercibiesen todos. Así lo hacían, confesando y comulgando; y aunque en aquella sazón no hubiese enfermo ninguno, al tercero día era cierta la muerte, y estando alguno o algunos enfermos, los golpes de aquella campana eran el aviso que había de morir. Y sin duda a los golpes de la campanilla acompañarían otros secretos avisos, inspiraciones y socorros del Señor, y nuevos desengaños necesarios al que muere.

Esta misericordia del Señor duró y se continuó muchos años, hasta los de 1550, que fue la última vez que milagrosamente tañó (sic.) a la muerte de un padre viejo, muy religioso, confesor de los señores condes de Alba de Aliste, D. Enrique de Guzmán y doña María de Toledo. Llamábase este padre fray Juan de Santo Domingo. Dio testimonio de esto D. Diego Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de la serenísima reina doña Margarita, hallándose su majestad en esta casa a 15 de enero de 1602.

Por haber sucedido tantos milagros, esta campanilla no sirve de nada. Tiénenla en un eje de hierro, en el mismo lugar donde siempre estuvo, en un arco del sobreclaustro, con una tabla que dice: Esta campanilla es la que milagrosamente se tañía tres días antes que se muriese algún religioso de esta casa.»

 

FUENTE

Férnandez Duro, Cesáreo. Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia y obispado, Vol. 2.  Estab. tip. de los sucesores de Rivadeneyra, 1883, pp. 24.-25

 

Edición: Ana Mª Gómez -Elegido Centeno

[2] Fray Juan López de Valladolid, historiador, fraile dominico. Conocido como El Pinciano. El Monopolitano. Borja (Zaragoza), 1524 – Valladolid, 18.I.1632.

 

[1] Disertación sobre  “La campana de Velilla”. (Nota del autor).