DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

El Fénix, (Valencia) núm. 45, 9 de agosto de 1846, pp. 242-243.

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Boabdil y Aixa
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LOCALIZACIÓN

GRANADA

Valoración Media: / 5

El suspiro del moro, por Francisco Pradilla
 
El suspiro del moro
 
Ya triunfantes y gozosas
En la soberbia Granada
De Isabel y de Fernando
Las falanges esforzadas,
Han entrado, y ya tremola
La bandera castellana
En sus altos alminares[1],
Y en las torres del Alambra[2]
Mil y mil aclamaciones
El viento lleva en sus alas,
Que por Isabel primera
Y el aragonés monarca
Digno esposo de tal reina
Sus nobles guerreros lanzan
¡Viva! ¡Viva! dicen todos,
Llena de júbilo el alma
El rey y la augusta reina,
Cuya frente soberana
Ciñe la espléndida diadema
El glorioso laurel enlaza.
Acciones e gracia solo
De gozo solo palabras
Sonar por doquier se escuchan
Entre la gente cristiana;
Y en las moriscas mezquitas,
De Dios en templo trocadas
Con profusión el incienso
Arde en pebetes[3] de plata
No muy lejos de las puertas
De la ciudad conquistada
Una triste comitiva,
Y un hombre que al frente marcha
Atrás dejando sus muros
Va caminando callada
Y en ella dice el silencio
Lo que palabras no bastan
De cuando en cuando los ojos
Viviendo para mirarla
Contemplan entre gemidos
Sus agujas cinceladas;
Y comprimidos sollozos
Y dolorosas palabras,
Sonar por doquier se escuchan
En aquella tropa extraña
Es Boadil[4], que se aleja
Es Boadil, que se marcha,
Rey sin cetro ni corona
De su ciudad adorada.
Su esposa, y Aixa, su madre
Lo siguen, y una muy escasa
Porción de súbditos fieles
Al destierro le acompañan
Destierro que se impusiera
El desdichado monarca
Porque no se avergonzase
De su mengua su Granada
Lleno de angustia camína,
Dejando de sí a la espalda,
Los mirtos y los rosales
De la vega perfumada,
Y cada mirto que deja,
Y cada rosal que pasa
Entre sus ramas y espinas
Le lleva un trozo del alma
Ya los altos capiteles
De la ciudad afamada
En la atmósfera perdidos
Van a dejar sus miradas
De contemplar, y un recodo
De la senda en que se  halla
De su vista humedecida,
Va para siempre a robarla.
Entonces el triste moro
Se para y del pecho lanza
Un suspiro. ¡Ah! ¡qué suspiro!
Tan fiero dolor declara,
Tanto padecer descubre,
Y tanta amargura abraza,
Que de entonces aquel sitio
Suspiro del moro llaman;
Y con dolorido acento,
Extendiendo hacia su patria
Lleno de emoción las manos,
Entre lágrimas exclama:
¡Oh, Granada de mis ojos!
¡Oh! Del mundo la sultana
¡Perla de Darro y Genil,
En que tu faz se retrata!
¿Dime, ingrata, qué te hice
Para que así me dejaras,
Y a otro dueño tu hermosura
Tan voluble se entregara?
¿Por qué me destierras lejos
De las salas de mi Alambra,
Del Generalife uno
De mis mezquitas sagradas
Que con altares de Cristo
Tus nuevos reyes profanan
¿No eres tú, dime, la herencia
Que mis padres me legaran?
¿Y no juraste ser mía?
Dime, dime, ¿por qué faltas
A tus promesas?¿yo acaso
De las mías me olvidara?
¿No fuiste el ídolo mío?
¡Fementida! ¿y de mi alma
No fue el cuidado más dulce
Darte venturas colmadas?
Pues entonces, di perjura,
¿Por qué causa me maltratas?
¡Permita Alá que en castigo!...
Mas ¡ay! no permita nada
Que es tanto lo que te amo,
Aun a pesar de tu falta,
Que si quiero maldecirte
La voz falta a mi garganta
Y tan solo sé en mi pena
Verter lágrimas sin tasa.
El triste moro a sus quejas,
Dio fin con estas palabras,
Y entonces Aixa, su madre,
Los ojos brotando llamas,
Llegándose hasta su lado
Le dijo con furia insana,
Llora, desdichado, llora
Llora como mujer flaca
Esa ciudad tan hermosa,
Esa patria tan amada
Pues cual hombre animoso
No supiste conservarla...
Y una mirada postrera,
Arrojando hacia la Alhambra,
El rey y su comitiva
Se vuelve a poner en marcha:
Ya de su senda el recodo,
Para ellos tan triste, pasan;
Ya han de dejado para siempre
De ver la hermosa Granada.
 

 

Amelia Corradi

 

El Fénix, (Valencia) núm. 45, 9 de agosto de 1846, pp. 242-243.

 

Edición: Pilar Vega Rodríguez

 

[1] Alminar: Torre de las mezquitas, por lo común elevada y poco gruesa, desde cuya altura convoca el almuédano a los musulmanes en las horas de oración. (Diccionario de la lengua española, RAE).

[2] Alhambra

[3] Pebete: Pasta hecha con polvos aromáticos, regularmente en forma de varilla, que encendida exhala un humo muy fragante. (Diccionario de la lengua española, RAE).

[4] Boabdil