DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Historia, tradiciones y leyendas de las imágenes de la Virgen. Impr. y Litografía de D. Juan José Martínez,1861, pp. 520-521.

Acontecimientos
Personajes
Virgen de las Angustias
Enlaces
Foto: José Manuel Ferro Ríos

LOCALIZACIÓN

GRANADA

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Virgen del Amparo

La toma de Granada no fue solo un triunfo glorioso para España, sino para toda la cristiandad, que la celebró con magníficos regocijos. El papa Alejandro VI concedió a Fernando e Isabel el título de Reyes Católicos, título con que son conocidos en la historia, y que han trasmitido a sus sucesores.

La conquista de Granada pareció en la lucha de las dos religiones contrabalancear la pérdida de Constantinopla, tomada por los turcos en 1453.

Se apoderaron los reyes en el mismo día de su entrada de la mezquita de Attaybin, una de las principales, y la hicieron consagrar al culto cristiano bajo la invocación de San Salvador. Colocaron en ella una imagen de la Virgen María que llevaban consigo en sus empresas, que había sido testigo de sus glorias y que aún se conserva en la catedral bajo el nombre de Nuestra Señora de la Antigua. Restableció el arzobispado de Granada, y colocó en su silla la reina Isabel a Fray Hernando de Talavera, monje jerónimo, que había llegado por su virtud y su saber a ser confesor de aquella gran reina y obispo de Ávila.

A poco tiempo después de la conquista, en la carrera del Genil, a la salida de la ciudad y  — 320 — y hacia la parte que mira a la famosa sierra, que coronada de eternas nieves ha tomado el nombre de Sierra Nevada, hizo construir la Reina Católica una pequeña ermita, a la que se le dio el nombre de Nuestra Señora de las Angustias; aun cuando en su pequeño recinto no se veía imagen alguna que representase a María en los momentos de su aflicción.

Sin duda se le dio este nombre porque la católica reina profesaba una gran devoción a la Virgen en su terrible desamparo. ¿Qué cosa más interesante que María sentada al pie de la cruz, representando, por decirlo así, la creación toda entera, sosteniendo con su Hijo, con el Hombre Dios, el Redentor, los esfuerzos de la lucha y de la última agonía; aquella mujer que holló la cabeza de la serpiente maldita, y a quien las razas antiguas habían saludado con su veneración anticipada, que se encuentra en todas las tradiciones del antiguo mundo; aquella mujer Madre, Virgen, asociada a la grande obra de la redención? ¡Cuanto la imaginación, el genio, la fe, la piedad y todos los sentimientos pueden imaginarse se resumen en la angustia y en el dolor de María!

Creció la devoción a la Virgen de las Angustias en su pequeña capilla, y trataron los fieles de encargar a Toledo a uno de los artífices más famosos de aquella época una imagen — 521 — que representase a María en el misterio de su dolor.

Cuando se esperaba esta imagen, cuenta la tradición que el cielo mismo proporcionó otra magnífica y de un modo milagroso.

Una tarde al anochecer, reparó el que cuidaba de la capilla, que entre la gente piadosa que allí concurría frecuentemente a orar, entró una Señora ricamente vestida, servida al parecer de dos gallardos y airosos jóvenes. Colocóse ante el altar como en actitud de orar. Largo tiempo permaneció en esta posición, y desocupada la capilla, el encargado de ella observó que solo permanecía ante el altar la Señora prolongando su oración, sin cuidarse de lo entrada que estaba ya la noche, y de que era la hora de cerrar las puertas de la ermita. Tampoco vio en ella a los jóvenes que habían entrado acompañándola. Vaciló por algún tiempo; pero se decidió al fin a llegarse a la Señora, y con cortesana discreción advertirla que era tarde y debía cerrarse la capilla. Acercóse respetuosamente, pero quedó asombrado al ver que la que juzgaba una persona viva era una primorosa y magnífica estatua de la Virgen María, teniendo sobre sus rodillas el cuerpo inanimado de su divino Hijo. Vuelto al cabo de algún tiempo de su asombro el afortunado ermitaño, y no pudiendo bien mirar el rostro de la imagen, por la escasa luz de la lámpara que ardía en la ermita en obsequio de la Reina de los ángeles, encendió una vela y quedó absorto al contemplar las perfecciones de aquel celestial semblante, en el que se veía retratada la majestad del dolor, asociada a las perfecciones más sublimes.

Salió inmediatamente por toda la ciudad publicando lo que había visto y anunciando que en su pequeña ermita quedaba una milagrosa imagen de la Virgen de las Angustias. En un momento se llenó de gente el corto recinto de la capilla. La carrera del Genil se pobló de una impaciente y devota muchedumbre ansiosa por contemplar el prodigio que se les anunciaba.

Las oleadas del pueblo parecían a las oleadas del mar, y apenas pudieron al cabo de mucho tiempo entrar el arzobispo y el gobernador a examinar la divina imagen.

Con esto se aumentó de un modo prodigioso la devoción a la Virgen de las Angustias, y en el año de 1545 se formó una hermandad para rendir solemne culto a esta imagen, tratando de fabricar un suntuoso templo, a pesar de que la mayor parte de las órdenes religiosas, tan ricas y poderosas entonces, solicitaron con empeño se les aplicase la imagen con su pequeña capilla, comprometiéndose a construir una suntuosa iglesia.

 

 

FUENTE:

Muñoz Maldonado, José. “Virgen del Amparo”, Historia, tradiciones y leyendas de las imágenes de la Virgen. Impr. y Litografía de D. Juan José Martínez,1861, pp. 520-521.