DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Los pueblos de la provincia de Valladolid,  Valladolid, Hospicio Provincial, 1895,  tomo, 2, p.62.

 

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LOCALIZACIÓN

MEDINA DE RIOSECO

Valoración Media: / 5

 

[Juana Enríquez]

 

 

"Cuentan las historias, escribe D. Luis Fernández-Guerra y Orbe, que posando una vez el maestre de Llerena, en casa de un mayordomo suyo, judío y casado con hermosísima mujer, llamada Dña. Palomba, de la misma secta, prendóse de   ella y rindióla a su voluntad, no sin grande riesgo y trabajo.

Era la judía natural de Guadalcanal, y de gente de conversos, y en el mismo pueblo se crió don Alfonso, fruto de aquellos amores, como judío, oculto y desconocido a todos.

 A la edad de veinte años (1374) fue bautizado, y reconocido como sobrino carnal por Enrique II, que merced a la traición de Montiel, empuñaba el cetro de Castilla. D. Alfonso tomó el apellido de Enríquez a contemplación del rey su tío, que en mucho le estimó y le favoreció siempre. Algunos genealogistas y escritores apasionados suponen (sin el menor fundamento) que D. Alfonso era hijo de la desgraciada y virtuosísima reina Dña. Blanca.

Otros lo atribuyen a la mujer del mayordomo referido, afirmando que éste y aquélla eran cristianos viejos y de la estirpe de los godos, y que dieron a criar y guardar el niño a la judía. [1]

Juan I amó con extremo a su primo D. Alfonso Enríquez, a quien quiso casar con la rica-hembra doña Juana, natural de Guadalajara, viuda de D. Diego Gómez Manrique, adelantado mayor de Castilla, e hija de D. Pedro González de Mendoza y de Dña. Aldonza de Ayala, señores de Hita y Buitrago. Dña. Juana era muy rica, honesta y hermosa. [2]

Dejaremos  al Sr. Fernández Guerra la continuación de tan peregrina historia:

 

Al propósito, escribió el rey a esta señora apretadamente, y porque se lograse mejor, la carta quiso llevarla el mismo D. Alfonso, disfrazado como paje del monarca.

Pero como se resistiese la ilustre viuda a contestar favorablemente el mensaje, y la estrechase el mensajero, tanto se irritó la dama que no estuvo en su poder contenerse, y dejar de decir que no le convenía casarse con el hijo de una judía. D. Alfonso, que se turbaba a menudo con saña, y era muy arrebatado en ella, ciego de cólera, levantó la mano y dio un bofetón a Dña. Juana, retirándose inmediatamente. Corrida y afrentada llamó a sus criados la rica-hembra, y sabiendo el verdadero nombre del supuesto paje, le hizo venir y juntamente a un sacerdote que los casó en el acto, para que en ningún tiempo se pudiera decir que otro hombre que su marido había puesto en su rostro la mano.

Dña. Juana, a pesar de tan desfavorables principios,  amó con el mayor extremo a su segundo marido, de quien tuvo doce hijos (habiendo nacido de un solo parto los tres primeros): generación famosa y privilegiada, de que descienden las casas más ilustres de España y los más grandes príncipes de Europa. Nietas de estos señores fueron una reina de Navarra y una infanta de Aragón, y biznieto el Rey Católico, gloria de los príncipes castellanos.

D. Alfonso alcanzó la dignidad de almirante de Castilla en 1409; pero antes había fundado, juntamente con 47su mujer, los mayorazgos de Medina de Rioseco (punto de su habitual residencia), el condado de Melgar y los señoríos y estados de Mansilla, Palenzuela y Torre de Lobatón, con otros muchos lugares en tierra de Campos, hacia los años de 1405.

 Siempre estuvo a cargo de la fica-hembra el gobierno de los estados y familia del almirante; el cual, por razón de su empleo, vivía de continuo en la mar, capitaneando las galeras de Castilla contra los moros de Granada, de quienes alcanzó repetidas victorias.

Dos anécdotas nos ha trasmitido un cronista, del tiempo en que Dña. Juana vivía en Medina de Rioseco, rigiendo sus estados por ausencia de D. Alfonso.

Refiérese  a primera a su prevención y prudencia. Tenía por costumbre no abrir de noche a persona alguna las puertas de la fortaleza; y como llegase una vez a deshora su marido, prefirió dejarle fuera de la villa a quebrantar una disposición, en aquellos tiempos de la mayor importancia.

La segunda da a conocer la firmeza de carácter, el amor a la honra y la severidad de principios de la Rica-hembra. Un secretario suyo atrevióse a escribirle un papel de amores, poniéndolo en la cartera del despacho, entre otras cartas y documentos; a cuyo billete contestó la dama haciendo prender y ahorcar aquella misma noche al atrevido mancebo enfrente de los balcones del alcázar.

Dña. Juana fue madrina en el bautizo de Enrique IV (enero de 1425); y el supuesto bachiller de Cibdareal cuenta alguno que otro suceso de esta señora, calificándola de ardiosa y cariacontecida.

 

FUENTE:

 

Ortega Rubio, Juan, Los pueblos de la provincia de Valladolid,  Valladolid, Hospicio Provincial, 1895,  tomo, 2, p.62.

 

[1] Semanario Pintoresco Español, año de 1854, pág. 130

[2] Se aporta una noticia sobre Doña Juana Enríquez (Doña Juana de Mendoza). “ D. Antonio Capmany cuenta una tradición del siglo XV. Dice que hallándose en dicho convento D. Marina de Ayala con su hija D.  Juana Enríquez, que iba vestida de saya de terciopelo azul labrado con fondo de plata, guarnecida con fajas de brocado, se vertió la lámpara, manchando el traje de la niña, la que comenzó  verter lágrimas. Pero su madre procuró consolarla, meditando entre tanto el presagio de su corazón, que la indicaba que aquel acontecimiento era como símbolo de que Dios la ungía para reina. El desprendimiento de la lámpara sería casual; pero el pronóstico materno se vio cumplido, porque habiendo enviudado D. Juan II, rey de Aragón y de Navarra, de su primera mujer Dña. Blanca, eligió a  D. Juana Enríquez, siendo madre de D. Fernando el Católico”, Museo histórico, 1.1, pág. 54, 2.a edición. Convento de San Francisco en Medina de Rioseco.