DESCUBRE LEYENDAS

Legendario Literario Hispánico del siglo XIX

Proyecto I+D Ministerio de Economía y Competitividad FFI 2013-43241R

Publicación

Curiosidades malagueñas: colección de tradiciones, biografías, leyendas, narraciones, efemérides, etc. que compendiaran, en forma de artículos separados, la historia de Málaga y su provincia, Málaga, Tip. de Zambrano Hermanos, 1899, pp.29 y 30.

Acontecimientos
El obispo de Málaga se pone al frente de los hombres que tratan de reforzar el muelle para evitar el asalto de la escuadra enemiga.
Personajes
Luis Fernández de Córdoba
Enlaces

Guillén Robles, Francisco, Historia de Málaga y su provincia, Málaga, Diputación. 1874, pág. 250

LOCALIZACIÓN

MÁLAGA

Valoración Media: / 5

Un obispo patriota

 

Al Magistrado D. Ángel Estrada

Málaga, que en cuestión de patriotismo jamás quedó atrás que contó con mujeres heroínas como Juana de Escalante y María  de Sagredo, que tuvo valientes como Omar ben Hafsun en la  época árabe y como el Padre Berrocal, y Vicente Abelló en este  mismo siglo, no hay ocasión en que no demuestre ser la primera  en el peligro de la patria como en el de la libertad.

En el siglo XVII, uno de sus Obispos nos legó uno de esos  ejemplos que no es posible olvidar, una de esas páginas brillantes  que inmortalizan la historia de un pueblo.

Terminaba el año 1621. España era víctima de amenazas de  guerra y Málaga esperaba ansiosa las noticias de aquellos combates que en región distante debía librar nuestro Ejército, dirigido por valeroso caudillo.

Una escuadra extranjera se dirigía a Málaga. La nueva era de seguro origen y no cabía dudar.

Las mujeres abandonaban sus hogares y se refugiaban en los campos y en los montes. Los malagueños mal provistos de armas, pero sobrados de valor, se reunían en calles y plazas. El Cabildo Catedral se congregaba en su sala de capítulo ofreciendo no huir ante el peligro, sino ser los capitulares los primeros defensores de la ciudad.

El Ayuntamiento arbitraba medios de defensa y apresuradamente organizaban aquellos valerosos Regidores Perpetuos los más perentorios servicios de la plaza.

La guarnición era escasa, pero no importaba, que miles de malagueños se ofrecían como voluntarios.

Lo único lamentable era el estado de las fortificaciones del muelle. Unas sin terminar, otras casi en ruinas, poca defensa podían prestar contra los fuegos de la escuadra.

Entonces el Ayuntamiento abrió sus arcas y llamó cientos de peones que contribuyesen a reedificarlas.

Mas con ser crecido el número de trabajadores no era bastante.-pág-30

Noticioso de ello el Obispo de Málaga D. Luis Fernández de  Córdoba, abandonó su Palacio, echó un manteo sobre sus hombros y se dirigió al muelle, seguido de gran número de personas.

Dirigióse a los trabajos, los recorrió y examinó y en aquel hermoso momento arrebató una espuerta a uno de los obreros y  empezó a traer tierra para hacer el indispensable relleno de una de las baterías proyectadas. Admirados los concurrentes no quisieron ser menos que su Obispo. Todos se procuraron herramientas y medios de ser útiles en aquellos trabajos.

Clérigos y Regidores, pobres y ricos, frailes y legos, aristócratas y esclavos, imitaron al noble prelado. En pocos días las fortificaciones se levantaron y entre los trabajadores más incansables se contó siempre al Sr. Fernández de Córdoba.

¡Su rasgo sublime no puede en estos instantes ser olvidado!

D. Luis Fernández de Córdoba había nacido en la ciudad cuyo  apellido llevaba, y pertenecía a una familia nobilísima.

Había sido escolar de Salamanca, Deán de Córdoba y reformador de varios conventos de Andalucía.

Sus méritos le elevaron a la mitra de Salamanca y más tarde a la de Málaga, de cuyo Obispado tomó posesión el 11 de mayo de 1615.

Su patriotismo le llevó a gastar 40.000 ducados en construir y  artillar en el muelle el Torreón que se denominó del Obispo, que existió hasta el año 1785 y cuya demolición fue objeto de justas  censuras.

Según Medina Conde[1], en su fábrica se consumió toda la piedra  de cantera que estaba destinada para el edificio nuevo de la Catedral.

En su Puerta, que constaba de siete arcos, se colocó la siguiente inscripción.

Don Luis Fernández de Córdoba Obispo de Málaga, manda hacer a su costa esta plataforma POR AMOR DE DIOS Y DEL REY NUESTRO SEÑOR, Y DEFENSA DE ESTA CIUDAD  Año 16215

El Sr. Fernández de Córdoba, a pesar del escaso número de años que dirigió la diócesis, nos legó no pocas memorias de su celo, caridad y cariño a esta ciudad. Construyó la parte que restaba del Seminario, reformando las Constituciones de este Centro de enseñanza, amplió el Palacio Episcopal, edificó varias iglesias  -pág.31- y ermitas, dio asilo a las Arrepentidas, hizo valiosos donativos a la Catedral, dotó sus fiestas y ayuda la fundación de las monjas Capuchinas.

Gran sentimiento fue para Málaga saber que Felipe IV le había elevado al Arzobispado de Santiago, en junio de 1622. Se ausentó de nuestra ciudad en 22 de octubre de dicho año y tomó posesión del Arzobispado en febrero de 1623.

Murió en Sevilla, siendo Arzobispo de ella, el 26 de junio de  1625.

Está sepultado en el Convento de Carmelitas Descalzas de la Villa de Guadalcázar, en la capilla de Ntra. Sra. de la Caridad, por él fundada[2].

Cuando el Ayuntamiento de Málaga supo su muerte, recordó el patriotismo de aquel ilustre prelado y le dedicó solemnísimas honras en la Catedral el día 30 de junio del citado año. Pobres y ricos llenaron el Santo templo, ofreciendo un testimonio de gratitud y un piadoso recuerdo al incansable obrero de las baterías del muelle.

 

Edición: Pilar Vega Rodríguez

FUENTE

Narciso Díaz Escobar, “Un obispo patriota”,  Curiosidades malagueñas: colección de tradiciones, biografías, leyendas, narraciones, efemérides, etc. que compendiaran, en forma de artículos separados, la historia de Málaga y su provincia, Málaga, Tip. de Zambrano Hermanos, 1899.

NOTAS

[1] Medina Conde y Herrera, Cristóbal, Conversaciones históricas malagueñas, o, Materiales de noticias seguras para formar la historia civil, natural y eclesiástica de la M.I. ciudad de Málaga, Volumen 4, publicado en Málaga, por Cecilio García de la Leña en 1790.

[2] La Virgen de esa capilla, del siglo XV, está hoy en la capilla de la Caridad de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, en la villa de Guadalcázar.